domingo, 18 de septiembre de 2016

Así es como ocurrió, así fue como se apagó.

En cuanto consiga entrar en esta habitación me matará. Lo sé.
Hace rato que sus afilados dedos arañan la puerta mientras repite mi nombre una y otra vez. Está furiosa y su respiración resuena con fuerza. Lo único que me separa de ella es una puerta que cruje con cada embestida y que me recuerda que no queda mucho tiempo. Nunca se ha detenido ante nada y nada la  detendrá ahora. Rezar es lo único que me queda. Rezar y escribir junto a la llama de esta vela mi extraña historia. Una historia que puede que te sirva de ayuda a ti o cualquier otro lector que encuentre este maldito relato. Seguramente piense que estoy loco, que todo es una simple y llana deformación de la realidad. Es posible, pero por si acaso algún día te encuentras con ella, o ella te encuentra, recuerda este consejo que esta noche no he podido sostener. No grites. No se te ocurra gritar bajo ningún concepto.
Mi nombre es Allan y mi desdichada historia comenzó el mismo día que comenzó mi desdichada vida.

Nací con los primeros días del invierno en la misma habitación en que mis padres me engendraron. Aquella tarde fría mi madre gritó como nunca lo había hecho en vida hasta que le sobrevino la muerte, sin embargo, yo entré en este mundo seco y áspero en total silencio, como si de algún modo supiese el destino que me esperaba. No sabría explicar el sentimiento, pero durante las primeras horas de mi existencia en brazos de mi padre, ya pude sentir una presencia que me codiciaba en la distancia.
Siempre fui un niño retraído, parco en palabras, que huía de la compañía y de las relaciones sociales. Las visitas que venían a nuestra casa a explicarme que debía olvidar a mi madre y vivir mi vida tal y como ellos la veían me incomodaba sobremanera, de modo que siempre les interrumpía abandonando el salón para refugiarme en mi habitación. Ese pequeño espacio que comprendía una cama, un armario y un escritorio frente a una ventana era mi santuario, mi escondite donde nadie podía entrar sin mi permiso, mi único lugar en el mundo me sentía a salvo de "los ojos", como yo los llamaba. En aquella época, debía tener unos siete años, ya me había acostumbrado a su persistente persecución, no obstante el temor siempre estaba presente. Te aseguro, querido lector, que no es nada agradable sentir que sus movimientos son acechados continuamente por un vigía silencioso, una sombra observadora que jamas se muestra. Al principio pensaba que era el espíritu de mi madre que había vuelto de la tumba para cuidarme y explicarme por qué se había ido. Sin embargo, una noche descubrí que se trataba de algo mucho más siniestro, mucho mas horrible.

La pesadilla de aquella noche fue más larga que de costumbre, parecía no tener fin. En ella, la oscura figura que siempre se acercaba lentamente hacia mi levantando sus afilados dedos en busca de mi cuello, conseguía rozarme la piel. Por suerte, una sed terrible me despertó y la espantosa imagen se desvaneció.
Inmediatamente, llamé a mi padre pidiendo un vaso de agua y mi voz se perdió en una casa aparentemente vacía. Mi voz recorrió cada una de las estancias, pero el silencio fue lo único que encontró. Le llamé por segunda mientras me acercaba al largo pasillo que separaba nuestras habitaciones y la soledad se hizo patente. De pronto, la idea del abandono apareció en mi cabeza. "¿Se habrá cansado de mí?" "yo, su único hijo que por venir al mundo provocó la muerte a su propia madre". Fue entonces cuando, lloré de miedo, de tristeza, de soledad, de sed. Un niño sentado en el suelo esperando una luz al final del pasillo.
En aquel momento, volví a sentir aquellos ojos invisibles mirándome desde atrás. Mi corazón se aceleró de golpe y una extraña sensación de frío heló el ambiente. No quería mirar, ni siquiera moverme, sabía que si me daba la vuelta me encontraría frente a una criatura horrible, un monstruo que me perseguía hasta en sueños. De pronto, algo me rozó la nuca erizándome  todo el vello de la espalda. Comencé a temblar implorando que mi padre apareciese al final del pasillo. Otra vez sentí que algo me tocaba la nuca y entonces, de forma impulsiva, me volví rápidamente y la vi. En medio de la oscuridad más espesa, una figura me miraba de forma obsesiva mientras alzaba sus alargados dedos hacia mi cuello. Mi plañido y mi respiración se cortaron en seco. Podría haber corrido hacia la puerta principal, huir buscando ayuda, pero todo lo que pude hacer fue gritar con todas mis fuerzas. No sabría explicarte por qué, pero en ese momento el ente se hizo mucho más grande y oscuro. Una enorme boca surgió en su rostro como un pozo que todo lo engulle y sus pequeños ojos se incendiaron como dos antorchas mientras sus manos apretaban mi garganta. Podía sentir su tacto frió, su furia, su placer ante mi sumisión y mi miedo en carne viva. Como un ratón atrapado por una serpiente, me abandoné mientras la presión aumentaba convenciéndome a mí mismo de que aquello no era real, de que solo era un sueño más del que despertaría asustado pidiendo un vaso de agua. Por suerte, la luz del pasillo se prendió repentinamente como un fogonazo e inmediatamente la horrible figura se esfumó. Yo caí al suelo medio inconsciente y mi padre me recogió estrechándome entre sus brazos mientras me preguntaba una y otra vez por qué gritaba. Se lo habría dicho, pero sé que habría pensado lo que tu estas pensando ahora mismo.

A partir de ese momento, mi contacto con la realidad se fue deteriorando más y más hasta llegar a desconfiar de mis propios sentidos. Dudaba de cualquier cosa que percibía a través de mis ojos y mis oídos. "¿Los pasos que acabo de escuchar en el pasillo son reales?" "juraría que alguien me acaba de susurrar  al oído mientras dormía, pero no hay nadie más en mi habitación". Llegué a pasar semanas enteras sin emitir una sola palabra por miedo a que la extraña sombra volviese a aparecer. Cada día, nada más levantarme, me obligaba a jurar delante de un espejo que de mi boca no saldría ni el más mínimo sonido. Me declaré mudo de por vida ya que era la única arma que podía utilizar contra ella, mi perseguidora. Por desgracia, esta actitud mía afectó profundamente a la convivencia con mi padre y nuestra relación se tornó en algo más bien fantasmal. Yo pasaba la mayor parte del día encerrado en mi habitación, no respetaba ningún tipo de horario y nuestros encuentros se fueron reduciendo a cruzarnos alguna vez en aquel escalofriante pasillo. Llegó un momento en el que ya no me reconocería como hijo y supongo que él, apartado bruscamente de mi mundo, tampoco se sentía padre. La ultima vez que le vi fue la noche de mi diecisiete cumpleaños, la noche que le di un beso mientras dormía para después desaparecer y ocultarme en el ultimo rincón del mundo.

Mi vida desde entonces no ha sido fácil. Dormir en cualquier lugar y a la mañana siguiente continuar andando hacia ninguna parte. Ser una persona distinta cada semana: "Hugo, Alfredo, Víctor..." Robar comida y ropa. Convertirme en un vagabundo completamente desarraigado en constante movimiento atemorizado por algo inexplicable. Pensar por un momento haber conseguido darle esquinazo y al segundo siguiente sentir esa horrible sensación de ser acechado desde una esquina. Sentir que no importa a dónde vaya porque ella siempre me perseguirá y esperará el momento perfecto para estrangularme. Querer morir pero no tener el valor suficiente para hacerlo, ya sea por cobardía o por la estúpida creencia del ser humano de que existe la esperanza y la redención. Somos juguetes que creen manejar sus propias piernas, pero lo que no vemos es que de la punta de nuestros zapatos surgen hilos manipulados por manos afiladas que nos conducen inevitablemente hacia el barranco. Nuestra vida está ligada a la muerte desde el momento en que nacemos y se activa el cronómetro. Somos nuestra propia muerte, y su sombra, es la nuestra también.

Los golpes en la puerta parece que han cesado por un momento. No se escucha nada excepto mi angustiada respiración y el bolígrafo corriendo por el papel  ¿se habrá marchado? No creo, jamás lo ha hecho. No ha desistido en su intento de cazarme en veintisiete años y no lo va a hacer ahora que por fin ha escuchado de mi boca y mis pulmones su tan anhelado grito. ¡Maldita pesadilla traicionera! ¡Tendría que haber aguantado despierto! Puedo sentir cómo el tiempo se acelera junto con mi corazón mientras un escalofrió sube por mi espalda. Querido lector, espero que nunca experimente la sensación de que algo estira de su alma poco a poco hasta que finalmente se queda sin fuerzas y no tiene más remedio que soltar. 
El silencio continúa estrujando mi pecho y es incluso peor que la misma presencia de la sombra. Sé que no se ha ido, sé que está al otro lado. ¡Dios mío! ¡Esta pasando por debajo de la puerta! ¡Un manto negro arrastrándose por el suelo cubriendo de oscuridad todo aquello que toca! ¡La llama de la vela se tambalea resistiendo a la muerte! ¡Ahora se levanta! ¡Se acerca extendiendo sus afilados dedos en busca de mi frágil y huesudo cuello! ¡Un brillante fulgor asoma en las cuencas de sus ojos aumentando con cada centímetro que avanza! ¡Unas fauces enormes surgen de algún lugar de su rostro y pronuncian mi nombre una y otra vez! ¡Ya no puedo seguir escapando, pero necesito que alguien conozca estos hechos! ¡No gritaré! ¡No gritaré!
Sus frías manos alcanzan mi garganta mientras dice mi nombre por enésima vez hasta que finalmente, la luz de la vela se apaga.

domingo, 13 de diciembre de 2015

La otra historia.


El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me encantaba, de verdad! siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio.

Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir a una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y con la cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. La pregunte quien era, de donde venia, y adonde iba, ella me contesto cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una cesta para el almuerzo.

Me pareció muy honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. de repente y sin pensárselo, mato a un mosquito que volaba libremente, pues el bosque también era para él. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.

La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la supuesta abuela, cuando llegué me abrió la puerta una amable anciana, le explique la situación y ella estuvo de acuerdo en que la niña de rojo merecía una lección, la abuela acepto permanecer fuera de la vista hasta que yo llamara y se escondió debajo de la cama.

cuando llego la niña la invité a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuela, la niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable sobre mis orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que eran para oírla mejor.

Ahora bien me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante sobre de mis ojos. Comprenderéis que empece a sentirme ofendido, la niña tenia bonita apariencia pero empezaba a ser muy antipática. sin embargo pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban a verla mejor. Pero ya lo siguiente que me dijo me hizo enfadar, digamos que siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa...niña bonita hizo un comentario sobre ellos verdaderamente ofensivo.

Se que debí haberme controlado pero salté de la cama y la gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grandes para comerla mejor. Ahora, pensad, ningún lobo puede comerse a una niña, todo el mundo lo sabe, pero ella empezó a correr histérica por toda la habitación gritando y yo detrás
 tratando de calmarla. como tenia la ropa de la abuela y me molestaba para correr me la quite, pero fue peor, la niña se puse aun mas histérica y de repente se abrió la puerta y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada, yo lo miré y comprendí que corría peligro así que salté por la ventana y escapé.

Me gustaría decir que este es el final de mi historia, pero por desgracia...no lo es, la abuela jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz de que yo era un lobo malo y peligroso, provocando que todos comenzasen a evitarme.


No se que le pasaría a esa niña antipática y vestida tan estrafalariamente, pero si puedo decir que a mi nunca se me dio la oportunidad de contar mi versión, pero ahora, vosotros, ya la sabéis.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Nunca mas

Las botas embarradas y los hombros magullados. Arañazos en mi espalda y plomo en el corazón son las cicatrices que voy mostrando con orgullo por este desierto mundo. Desierto de iniciativa, de amor...desierto de ALGO que merezca la pena. Y no me quejo de ese, en ocasiones ligero y otras pesado, plomo. Al fin y al cabo, el clavo que mas sobresale es el que mas siente en calor del martillo., Y los clavos, amigo, o entran a la primera o se doblan de por vida. Y aquí estoy, "doblado" y orgulloso de ser el clavo mas cabezona de este marco.
Me pueden doler las costillas y me puede faltar aire en el pecho, pero jamas me dolerá el "alma", como quien dice.
Porque, soy un tipo al que no se puede ayudar, puedo ser la bala que se encasquille en tu revolver y lo hace estallar, pero nunca, y repito nunca, seré la rodilla que se hunde en la tierra.

Seré mentiras de tequila y el alma de los pájaros, seré polvo y seré nieve, seré el terrible olor a tierra mojada tras la lluvia. Seré todo aquello que yo quiera ser. Ere hasta lo que mas odio. Y todo lo haré por libertad, por todo aquello que puede ocurrir, y no siempre ocurre. por mi.

¿Cual es el precio de un escritor?
¿Y de un héroe?
¿Y de un cobarde?
¿Y de un malhechor?

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todos ellos
sin excepción alguna
sostienen una cadena en la mano 
y en la otra, una pluma

por lo que a mi respecta,he sido soy y seré, dueño y esclavo de mis actos y palabras.